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Mamá Cultura

 Asentarme al encanto A la lluvia de ayer, a los florales Escaparme del espanto de escurrirme entre sus pantanales. Por los pies y el respirar me llega el tango vibra mi corazón con la pulsación del fuelle Por mi mente muero tanto y canto con llanto la alegría de mis leyes  La cultura no me fue obsequiada me encontraron solo en el desierto ahora que logré hallarla ni loco la suelto. Ella me toma de la mano y viajamos por el puente de la sangre quiero que me guarde sano es mi fuente, es mi madre. Durmiendo en sus silbidos tarareo a las guitarras cada tanto sueño con tocar la lluvia de ayer asentarme a su encanto.

Ideas dispersas de la luz

 Soy permeable a tu decir. Inquieto a las insinuaciones de tu boca. El suelo mueve mi cabeza renegada, abre comillas en la paleta del verdor que lo ve brillar. Rechazas el templo para marcar las urgencias cuando la gente grita por la verdad. Sin un paso en falso, sin ropaje en la nevada del alba, así te salgo a buscar por los peñascos envueltos en laureles de mi gente, que gime su dolor encogida entre sus pechos y los obliga a cantarle a la madera.  Los tirones que se me avecinan por detrás son como un abrazo, una palmada altruista para que mis piernas no decaigan sin antes incursionar en las voces del infinito. Hacia el color del agua, hacia la sustancia que me refleja y que no soy yo. Parto para el norte de la luz, que limpia el devenir y me muestra los escollos de la polución.  Luz de hábitat cuelga la represalia en cruces de porcelana, y yo disimulo el contraste de mis pies con lo que piso para no esconder la luz en mi oscuridad.  La tierra es un desmadre. El piano perfora los árbo

Lágrima de tierna piel

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  Entre pasos despistados el lenguaje de agonía  junta desganados por la misma vereda  agachando la cabeza por el peso del lamento  buscando la ligera realidad dentro de tanta quimera.  Pensando el hoy como el mañana en la cabeza del procrastinador  midiendo el sable que ha de herir la autoridad de quien no nació superior  aminora la marcha quie ve llorar al fuelle que le dice:  "bajá un cambio, en mi piel muere tu dolor".  Lágrima de tierna piel,  unión de roce y temporal lejanía  escalas opacas atrapando en la mente  una voz descolorida y sombría.  El eco de la madera es el tiempo suspirado en tono bajo  dejando las fibras sinuosas al calor del pleno desparpajo  fusiona tu perfume y la elegancia que te viste,  con el reflejo de mi atención  amasijando la aspereza en los ojos perdidos  y en el tacto del bocón.

Habla estando allí

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 Volvemos al ruedo donde la tinta se desplaza en libertad.  Se inclina sobre los laterales dejando sombras de existencia, luce llena de vida en el campo de lo húmedo, arrastra la palabra, la acomoda sobre la línea inicial.  Bordes azules amalgamados con rectas que dibujan su arte y lo capitalizan con puntos, comas y espacios que en sus vacíos escriben su parte.  La fragancia de una gota de tinta se impregna en las esquinas de una hoja exponiendo así, las direcciones que toma la escritura. En su funcionalidad los sentidos se enriquecen, aunque el mayor beneficiario sea el receptor intelectual.  Cuando se llena la hoja el factor espacial es una cortina blanca de silencio puro, la perfecta caída de sis telas sobre el horizonte interminable que sostiene la palabra.  Viven en un marco geométrico siendo parte de una idea. Ocupan el asiento asignado para ser funcionales al mismo. En el orden de su naturaleza recae la claridad, son piezas de cristal en el tablero aguardando la jugada que las s

Desacomodando el insípido andar

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  Lucho contra mi insípido andar. De pisar un circuito interminable, pálido y lleno de vacíos camuflados. Impulsado al devenir por el peso de la inactividad.      Enfrentados para contrarrestar el corazón anestesiado, que se acomoda en la inutilidad.  Sostener un recuerdo vivaz parece ser la estrategia en la que el sinsabor sucumba.  Tener presente las razones (aunque sean conceptos sin pasado ni futuro) y dejar ausente la existencia fluctuante.    Sin aguardar nada. Respirar el odio al impulso de otras fuerzas.   A la espera muere la vida.   El sol ilumina los pasos o seca los huesos en la quietud.  Tenemos la sentencia para estrangular el recorrido circular y desabrido.  Matando el flujo de las aguas que forzosamente nos orientan nace el juicio a la mente insulsa.

Polución interna

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   En la red venenosa, en el estanque pútrido, patalea lo escaso, propiedad sobreviviente al manejo ineficiente de la humanidad suicida. Esa mínima expresión no encuentra mejor denominación que la sustancia cuantitativa. Se determina a su vez por el contraste inicial marcado por el medio que lo aprisiona, y lentamente mata.  Allí el sustento es la trampa de hundirse pisando firme y la proximidad de un final imaginado con la lógica hiere más fuerte que la sucia intromisión acuosa facilmente verificable.  Aniquilado a sorbos, en el propio sustento muere, y se funde en una eterna simbiosis capaz de inmiscuirse entre una totalidad compacta, homogénea. Porque el deseo de escapar no implosiona las barreras contaminantes y se conforma con la lejanía de un cierre.  

Ver el espejo sin verlo

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  Allí nos vemos. Cae el misterio cotidiano de la visual externa, donde el rostro y la posesión corporal se enquista en nuestra sombra siendo vidriera del mundo colindante.  Quisiera afirmar que en esos trozos nos vemos como los demás nos ven, pero mi duda es instantánea. Porque nos vemos en el reflejo de un objeto, jamás nos observamos desde nuestra propia observación.  No es directa; está alterada.  Pero también, a decir verdad, aquello que ven de nosotros termina siendo nosotros  en observación ajena. Me refiero a que lo tangible y observable de uno jamás llegará por conclusión directa.  Estamos en el resultado de lo viciado, de lo no fidedigno. De manera que nos vemos (sin vernos) por la concepción ajena (y bajo sus propiedades): en la humanidad de otro, o en los cuerpos inertes.  Cuando nos  miramos al espejo, vemos el espejo sin verlo. Es una visualización movida por la utilidad de sus propiedades. Una proyección nuestra. Una observación asistida, y por ende, inauténtica.  Y cuan

Pantalla siniestra

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  Se acrecenta la pantalla ante los ojos inundados de inexperiencia y novedad. Una combinación que provoca el desastre, un aluvión que tapa el horizonte, aquella línea del propio futuro se asfixia. Golpe por golpe. El trueque inhumano de vivir sin crecer. De pagar por nuestro suicidio en el mundo nuevo. De abstraernos de la vejez natural. En el tobogán interminable el fin se sacude el polvo de los pies, y seca su frente ante la rebelión. Hay quienes alzarán la copa en un oasis mental frente a la invasión del progreso, y quienes saborearán un ficticio "eterno presente" y su lado siniestro. Esto es una batalla contra uno mismo y la potencialidad del trabajo al servicio del desarrollo, proliferándose como "inocuo".

Co-autor de las ideas

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 Una copa se acomoda en la esquina de una mesa de madera en tonos claros. Cristalina, lisa, luminaria bordó en tres dimensiones. Es la cuna de la espera un apoyo necesario que se entrega a los propósitos del que carga la tinta, aguardando los tiempos del paladar.  Las tensiones del escritor se resguardan en su frente, arrugada y roja por la fricción constante de sus manos, consumiendo energía interna y externa para forzar el caudal creativo atrapado entre la ansiedad y el infaltable bloqueo.  Ante el sufrimiento que es parte de la constitución de la escritura innovadora, la copa asoma sus atributos entre nubes grises que se alimentan del cansancio mental. Se entrega compasivamente a la sed. Se viste de gala y derrama el ardor de su piel sintiendo el valor del acto y de la naturaleza, en la naturaleza de otro.  Matrimonio en estado líquido.  La saciedad invierte las cualidades a su estado original: la frescura de la mente y el constante ardor puro de los taninos es una danza en compleme

La palabra

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  La palabra  genera dos mundos: uno por la palabra dicha y otro por la que no se dijo.  Una expresión se desdobla entre la existencia de lo que está y la existencia de la inexistencia.  Se expulsa el mensaje y el receptor atrapa palabras y silencios, contenidos y vacíos.  Cuando asimilamos la sincronización de opuestos coexistentes entendemos que las cosas son más de lo que vemos o escuchamos. Percibimos una parte en la superficie pero  entendemos su figura completa al excavar la superficie.  No todo está al alcance de los sentidos.  Esto me invita a postular lo siguiente: conocer la completitud de las cosas significa algunas veces desprendernos de las primacías sensitivas y activar la reflexión.    El drama está en que el emisor esté esclavo de la aclaración y sometido a la incomodidad de los vacíos.  Si la palabra no muestra libertad entonces ningún comunicador podrá convencerse de su mensaje, y en lugar de ser la suma de la palabra y los espacios será la mancha mortificante del v

La genealogía del dolor

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 La daga justifica la existencia de las sensaciones, el cimbronazo hará mella en la prueba inicial de quien ve la luz y se arriesga a respirar bajo cualquier circunstancia.    No hay corazón sin huella de impacto, no hay alma que no haya sentido presión asfixiante del dolor. En todas las direcciones que miro, encuentro cicatrices de guerra. A donde poso la mano recibo latidos alterados por el camino escabroso.  No hay rincones oscuros en esta Tierra para la marca del dolor.   Todo ser humano está atravesado por el tiempo, el espacio, y el dolor.  ¿Pero...qué es aquello? ¿Un momento, un error, una desatención, alguna ley natural?   ¿Serán las sensaciones físicas las que determinen el alcance del dolor?  ¿Acaso todo lo que se incruste al corazón y a la mente, prescindiendo del tiempo, no debería pertenecer al ser , por ser independiente de lo temporal?  La daga de todos en las manos de nadie, recorre los días de la Tierra dejando cicatrices, que son la entrada de la humanidad, a la human

Fuera del circo inquisidor

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  Nos vemos fuera del radar, donde las saetas marchitas se desvanezcan de nuestras manos y mueran bajo nuestros pies.  Allí los mapas enmudecen, en la maqueta las cenizas serán la explicación de la tragedia.  Nos encontraremos fuera del juego, donde el circo inquisidor se suicida por su propia mano. Donde la mano maldita sentirá el fin en cada falange, sin vislumbrar otro camino.  Te espero cuando la mentira sea polvo, y no tenga otra opción que dar el brazo a torcer. Allí habrá un lugar. Lo creará el vacío de la farsa sectaria educada.  Su sistema de supervivencia pronostica  su muerte.  Sé que nos veremos fuera del radar.

Ecos esclavos

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 El caparazón infringe la legislación de la verdad en tu territorio.    Proliferan las causas, pero nadie se da cuenta que el problema se simplifica cada vez más, y no lo podemos des-cubrir .  El caparazón es la masividad de los reclamos al gran amo.  Eyecta la razón fuera del campamento. Embiste tu descanso. Es la mecánica del juego.  La distracción más efectiva es el aturdimiento de los espejos.  El caparazón dejará de ser tal cuando vos elijas llevarlo. Eligiendo servidumbre siendo libre.  Dejará de existir un nosotros. El único equipo que hay es el que se encarga de tu adormecimiento.  Tu ser quiere trepar hacia su voluntad, pero su tiempo encerrado lo hizo parte del barro pisoteado. Asesinaron las distinciones .  Tu soberanía se mezcló con la tiranía del mercante destructor.  El caparazón será tu primer rey; y el segundo, su proveedor. Bebiendo del cetro invisible te verás entre las luces rotas que murieron hace milenios. Es el avance a la primitiva ignorancia.

El último rayo de sol

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Una taza de té a la orilla del sol, zigzagueando tareas prolongadas, esquivando ruidos circulares que atornillan la cabeza contra la impaciencia, girando las naves hacia un mismo punto ubicado en el mapa de la mente, sintiéndome completamente ajeno a los discursos y a las mímicas de una portada infraordinaria. Es una conversación sin palabras donde los labios saborean las escuetas reflexiones del ambiente y la boca mastica en la incomodidad, los lazos asfixiantes de la honestidad.  Siempre pienso que, cuando un mundo incomprensible invade nuestro mundo en movimiento, aquel enfrentamiento más allá de dejar ruinas en la banquina, protagoniza un contraste tan alto en la búsqueda del entendimiento que todo se reduce a un formato imaginario, el plano de la reflexión nos lleva a desentendernos de la materialidad que conforma la totalidad, en favor de entender los circuitos que habitan en el silencio de nuestra realidad. Los conceptos, las justificaciones, toda exploración no física se roba

Otilia

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  Sostén mi mano fuerte, transmiteme el último calorcito que emana de tu corazón. Entrelacemos las manos hasta que las luces se apaguen; en un hálito coordinado soltemos la vida que nos ilumina, saciemos la sed persistente de las contingencias que se enquistaron en las ruedas de la carreta y dame de un ápice de tus alas para acompañarte en tu aventura eterna.   Somos un vínculo fundado en terrenos aromatizantes, la completitud de las edades, eclispe inusitado donde incrustas tu sonrisa esplendorosa en mi oscuridad. Somos y seremos, porque hoy siento tu calor más que nunca, porque tu eternidad es la copa del árbol para mi alma diminuta y solitaria. Tu nombre es cofre abierto, pétalo solidario para con las hierbas verdes del abismo. Te llamo con un susurro, sin percatarme de que me estás observando, ahí, siempre ahí, en el sacrificio de dedicar tiempo para un legado, entre la originalidad del niño que atónito te mira y la potencialidad de su desarrollo. Te tengo dentro mío y recuerdo t