La genealogía del dolor
La daga justifica la existencia de las sensaciones, el cimbronazo hará mella en la prueba inicial de quien ve la luz y se arriesga a respirar bajo cualquier circunstancia.
No hay corazón sin huella de impacto, no hay alma que no haya sentido presión asfixiante del dolor. En todas las direcciones que miro, encuentro cicatrices de guerra. A donde poso la mano recibo latidos alterados por el camino escabroso.
No hay rincones oscuros en esta Tierra para la marca del dolor.
Todo ser humano está atravesado por el tiempo, el espacio, y el dolor.
¿Pero...qué es aquello? ¿Un momento, un error, una desatención, alguna ley natural? ¿Serán las sensaciones físicas las que determinen el alcance del dolor?
¿Acaso todo lo que se incruste al corazón y a la mente, prescindiendo del tiempo, no debería pertenecer al ser, por ser independiente de lo temporal?
La daga de todos en las manos de nadie, recorre los días de la Tierra dejando cicatrices, que son la entrada de la humanidad, a la humanidad.
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