Los empujones de la homogeneidad

 


En el recorrido común que distingue la totalidad. Una conclusión que contiene la necesidad primaria de alejarse del asunto. Dejando lugar a la contemplación del plano se acentúan los trazos, los recorridos, las formas.

 Que mayor satisfacción interna, que la de verse entrometido en los garabatos que iluminan lo que soy.

 Observo el asunto mientras me encuentro dentro de ese asunto. Soy parte del juego de la identificación.

 Camino con los míos, el perfume que nos une es un continuo presente. Los pasos hermanos afirman la confianza de transitar sin conocer el futuro, y llegan a cotizar más el camino compartido que el objetivo en común. No encuentro sensación más excelente que la conexión que produce anticipación.

 En las venas de la humanidad circulan comunidades. Quien observe por fuera las verá. Los que no levanten la cabeza llamarán mundo a un subgrupo.

 Nadie queda exento del juego. La misma espontaneidad inconsciente comprende una atracción decidida hacia la identidad individual, y consecuentemente, la unión común. Y en esa normalidad rige una norma tácita válida históricamente: el traje cuestionador será patentado como traidor. Es el soplo malhumorado del viento que colisiona contra la naciente llama interrogante. La mayoría de aquella minoría quisquillosa experimentarán el humo lento de la muerte: el silencio. Únicamente la chispa testaruda esquivará los empujones de la homogeneidad, que empecinada en sostener la voz, pregonará el peligro de la cizaña aún en el silencio de sus letras.

 Se sienten como si fueran uno solo, en la llanura o en la montaña, entre lazos de seda o entre lamentos de pérdidas, es igual, se mantiene el círculo por su identidad como columna vertebral.

 Pero el tiempo sentenció lo que ellos cometieron. La pureza de la fraternidad se desenvuelve en una línea infinita, no se alimenta por la paredes de un encierro circular.

 La honra a la procedencia manifiesta de manera consecuente la honra al forastero, y mucho más, a quienes aman lo que no les pertenece.

 Han convertido los límites culturales y políticos en barrera sectarias contra lo extraño.

 La identidad nacional no supone el odio a lo ajeno. La apropiación exclusiva en restricción a la intervención externa es auto-exterminio.

 Así, el nacimiento del cuestionador en unidad, es la radiografía de la realidad, que con voz imponente o con titubeo de por medio, izará la verdad en favor de la verdad: "la pertenencia se fortalece cuando la exclusividad se debilita".

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