la galería de las incógnitas
El desafío de hallarse a sí mismo
en planos translúcidos por el agobio
de las multitudes, que vitorean en
todos lados la extensión de su sangre
desconociendo el caudal escarlata
que llevan en sus cuerpos.
Ese espacio irracional, donde presencio
tu vida sin poder verme, en el que
mis luces escénicas te enfocan
dejándome en la oscuridad soslayable,
despertará en la caducidad del sistema
la desnudez mundial.
Paridos por lo público,
criados con la esperanza de
ser invisibles.
Cohabitan en el orden de lo previsible,
en donde la existencia es
existencia si la humanidad del
ser, asesina el rugido de su
mente, para adherir al silencio
acéfalo de lo
contemporáneo.
No desestiman el juego arbitrario
de la exposición como imperativo,
que resta identidad al sumergido
y agiganta la figura del sistema.
Es la condena inconsciente
de democratizar lo privado.
Estar parado en esa inmensidad,
que con el tiempo multiplica
su patrimonio y hace
crecer su corporación,
clarifica la necesidad primaria
del que existe:
llenar el vacío.
El pánico a la nada les impulsa
al relleno compulsivo.
Aumento de un todo para
escapar del vacío que
impide la contención,
separa la oportunidad
de estar rodeado.
Se proliferan en el espacio,
tapan los agujeros con
lo que sea.
Es la acción que configura
la necesidad.
A su alrededor grandeza,
no así cercanía.
Buscaron contención,
no hallaron despegarse
de la soledad.
Su existencia yace bajo
el cielo de la inmensidad.
Han creado un todo tan
grande que se convirtió
en vacío.
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