Encriptado en el pasillo triste



 Conmovedor silencio, en el perfume melancólico del abandono. El eco de la nada retumba y se deshace en las estructuras que rodean el paisaje. Cada esquina desolada amplifica las tonalidades de la penumbra. Entre pastos se enredan las hojas por la dispensación de los vientos y en la koinonía que produce la naturaleza, abrazan intensamente cada recóndito del paredón.

 La desprolijidad se roba la atracción y la atención de quienes buscan el color vivificador y la majestuosidad de los sentidos. Para ellos será el plano invisible de la travesía. Simplemente ocuparán un espacio. No hablan ni dicen nada.

 Los pasos perdidos contemplarán el clima sombrío de sus caminos.

 Rincones emanan un frío que solo los ojos captan a través d lo que concluyen, y esa frescura es absorbida exhibiendo la insignificancia de su presencia casual.

 Todo se mimetiza cuando se camina por aquella oscuridad silenciosa. No hay comprensión sin disposición. Si las paredes, frías y abandonadas, encierran el murmullo y la inquietud del alma expectante, en la desconexión visual aportarán planteos a su mente enredada.


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