Mientras suene la estridencia
Como coros tronadores, como caballos de fuego encendiendo alborotos en una dirección, así se encuentran los trapos colgados en el muro ambicioso del sentir. Sienten mil caminos sucios y demasiados similares en lo peor del humano. Uno solo será más humano, aunque no menos salpicados por sangre contaminada. Pero qué sentido tiene reflejar y colgar en la pared algo tan obvio como aquello que nos atañe en lo más puro, y real. Ya todos lo saben, no es momento de escupir palabras, es tiempo de masticarlas para enterarnos qué es. Seguirá sonando fuerte, la potencia lo llevará legos, lo sabemos. Espadas más rápidas que filosas perforan sentimientos en el desliz de la humanidad, frágil y mutable, para alcanzar el trono del permanecer. Y si la respuesta se adelanta a la duda, la certeza engendrará confusión mental.
Con la suficiencia de la muerte en una mano, establecen un tiempo de salpicar lo que el corazón, puro, lúcido, tiene para expulsar. Quién sabe si eso los lleva a conducir la soga con la otra mano, en un intento de salvación cuando planeaban algo peor, que nunca lograron concretar. El ínterin sereno auxilia al estruendo del pensamiento. Diría que es colaboración al rescate. Escapa de sus manos cuando absolutamente todo sale volando por los aires, y si las pisadas frías les parecieron un clima ideal de sosiego, llegó la inundación de sus expectativas, sin calificarla por superarlo en sus capacidades cognitivas, que se animaría a atribuir a toda la raza. Creación ajena, que portaba la humanidad, y que ahora usaría la misma, para luego superarla en inteligibilidad. ¡Ello no tiene sentido! Y bueno...después de todo, sigo siendo parte de ese grupo. Tal vez si, y no lo sepamos hasta el día de la verdad. Solo quiero dejar la petición generalizada de un mañana, y la aseveración de que esta estridencia no parará nunca, perseguirá nuestros pasos. correré escapando de su seguimiento por más que termine siendo yo el que terminé a sus espaldas.
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