Portador de notas de antaño
El tacto portador de la llave que nos insertaba en ese mundo de las melodías. Gatillaba propulsores armoniosos en direcciones múltiples. Lo maravilloso no era el unísono; por el contrario, era lo heterogéneo del sonido, distribuido por las cuerdas que acarician en tensiones diferentes. Y eso era lo que importaba, ya que por más que los rumbos partían desiguales, compartían como destino reposar el espíritu en lienzos de seda.
Lugar idóneo sustenta al decaído, acurruca al des-amparado, mece en lineamiento acompasado, al corazón huérfano. No se puede pedir más cuando la plenitud está fuera de nosotros. De manera que las potentes luces se disiparon, acompañando la obra que se proponía a empezar. Bueno, así lo dispuso la hora en que los ojos son espejos de la vitalidad.
En el lecho yacía la más pura desesperanza, que indagando el mundo, halló materia endeble en cántaros vacíos; esos pobres latidos fueron suficiente pago como para socorrer en sus moribundas clemencias al portador de la nada, o del monótono silencio en pentagramas desvencijados.
En medio de ese drama sin culminar como tal, florece la esencia del rescate, como eco de una verdad reciente: "el latido constante es suficiente pago a quien lo está perdiendo"
La mano fue estrechada a quien la necesitó. No hubo condiciones cuando el sediento clamaba agua. Aquellas melodías trataron con la restauración de sus pieles, y ofrecieron movilidad para continuar pasos sensibles. Las vibraciones cubrían de vida a ese hálito de aliento, que en algún momento sufría por despedir un ser.
Nota a nota, envolvíanse los desiertos de su abandonada alma, y en tonos dulces sus oídos se alejaban de la estridencia. Un recuerdo que jamás llegará a ser reminiscencia, debido a que la fuente -más bien la herramienta- descansó en las manos reincorporadas del que volvió a vivir.
Ya en aguas estables, prometió caminar por los puentes en socorro de aquellos que, con tímpanos atrofiados y corazones sin tímpanos, yacieran en las mismas condiciones que él en su momento. Juró por su vida, tocar cuerdas que retumben en las esquinas de quienes pierden el aliento en una cama de lamentos de mortales silencios, hasta que su cuerdas vocales descansen en sus manos.
Mientras estas letras se tiñen de nostalgia, he de escribir a los cuatro vientos que, ahora más que nunca, mis cuerdas reposan en mis manos. Deja, ahora más que nunca,que estas cuerdas, así de gastadas y suspendidas sobre madera descolorida, repose en tu regazo.
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