Un paso que aturde al reloj
Porque jamás los hechos excepcionales en las veredas pintadas de "color nada" arrojan ignorancia pública. Es una verdad tan insoslayable como el mismo ser humano es humano. Son momentos en donde el almuerzo puede esperar, la puntualidad nuevamente es un verso y cualquier forma de registrar y difundir el caso, será bienvenida. Un hecho excepcional será tanto como la atención ciudadana resigne a sus atenciones anteriores. Eso quiere decir que la relevancia del acontecimiento se verá marcada en la irrelevancia de las tareas de sus actuales espectadores, debido a un orden de prioridad que es propio del ser humano.
Antes de que estalle la risa, que las luces del registro de viralización se enciendan, antes que la gente ralentice el paso para presenciar "el show casual", comienza (y termina) el segundo de "accidente-atracción". Momento del hecho, es como un reloj en el aire: no se detiene el tiempo, pero sí los segundos se sostienen por puntos suspensivos; el tiempo levita, es una continuación distinta, en manos del viento, como si el tándem espacio-tiempo perdiera una de sus patas. Otros dirían que el hecho partió en el reloj en dos. Una división paralela en el que la gente maneja el horario común mientras los desdichados, en su exhibición accidental e indeseada, sintiera un acento marcado del segundero en consonancia con el latido de sus corazones en el momento exacto, bifurcando una realidad mediante las punzadas distintas de una aguja que se ha visto aturdida por un paso en falso.
Autor: Jonathan Quispe Zúñiga
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