Mares sin límites

La barca que representa el eposodio de Pedro caminando sobre el mar

 Ahí estábamos, los cuatro arriba de la barca, pensando cómo nos iba a alcanzar. Porque, sinceramente, no vimos cerca de la orilla ningún medio de transporte. Quizás solo quería pasar un tiempo a solas, y luego…pediría prestada una barca. Pero bueno, nosotros nos encargamos de hacer nuestra parte, al fin de cuentas, él es el maestro.

Ya nos encontrábamos cansados de tanto remar, y para peor, no sabíamos nada de él. Miraba hacia atrás y no lo veía. Nos alejábamos más, y la orilla del mar y los árboles colindantes se achicaban el doble. El cielo se oscurecía, los vientos se enfurecían, y las aguas, consecuentemente, se agitaban en desmedida. Yo, no quería preocuparme demasiado mirando atrás, esperándolo, ya que era clave mi esfuerzo para salir adelante en medio de esta situación adversa. Nadie hablaba, solo se concentraban en remar para sobrevivir a la tempestad, mirar las aguas chocando contra las laderas de la sencilla barca que nos contenía. La noche tomó protagonismo notoriamente. En ese contexto, me asustó por largo rato cómo podía terminar aquello.

A medida que me rompía los brazos en salir de ese mar a salvo, al igual que lo hacían ellos, no podía evitar que mi mente imaginara el fin de mi vida, de la vida de todos, y que la historia marcara el comienzo de nuestro fin retratando lo que vivimos, si es que le interesamos. Recuerdo levantar los ojos, y mirar un cielo oscuro; bajar la vista, y contemplar una barca golpeada, que resistía casi vencida la intromisión del agua en ella; y también me acuerdo ver a los lados, y que la inmensidad del mar, los fuertes vientos, y las enormes olas, nos apabullen. Todo este contexto logró profundizar una idea en mí, aquella de la que me aferré toda la vida: la de no afrontar proyectos por temer de su imposibilidad. Así como la tempestad me hacía pensar en el fin de mi vida, ése punto final a mis días me hacía pensar en lo que no logré enfrentar, de los miedos (como los que sentía en ese momento) a los que les abrí paso, para que culminen con cada emprendimiento, con cada proyecto, y todo para mantenerme en un piso seguro que delimitaban y separaban lo posible de lo imposible.   

Estábamos casi por desistir, ya no nos daban las fuerzas para seguir remando, cuando se acerca algo. Parecía que estaba flotando, por lo que no dudamos en gritar y enloquecer con lo que veíamos. Espantados y temerosos, nos grita su identidad: era él, que caminaba sobre las aguas como quién no es subordinado por las ineluctables leyes de la naturaleza. Y es ahí donde mi cabeza “explotó”. Un hecho sobrenatural que no me entraba en la cabeza, aunque lo estaba viendo con mis ojos y presenciando con todos mis sentidos.

Algo se me ocurre en ese instante. Creo necesario ir hacia él y comprobar con mis pies que lo que estaba viendo no era irreal…y tal vez, estos mares soporten mi peso.

Él me lo permitió, así que intente poner el primer pie en el agua. “Me he vuelto loco” me dije a mí mismo, pero aun así, sentía que lo necesitaba hacer. Coloco el otro pie, siento la fortaleza del agua, y cerrando los ojos, me suelto de la barca.

Las sensaciones de ese momento la guardo hasta el día de hoy: el viento me daba de frente, pero ya no era el mismo que antes, ese que azotaba la barca y mi rostro; o tal vez sí, solo que ahora, teniendo como suelo al mar, el viento terminaba siendo insignificante. Percibía el silencio de mis amigos, atónitos por lo que veían, aunque no más de lo que estaba yo. Y más que nunca, agudicé el sentir de mis pies. Caminar sobre el agua fue lo que yo necesité para cerciorarme que las barreras no existen. Dudé, perdí el equilibrio, hasta me vi hundir, pero jamás desestabilice esta certeza desde que pise aquel mar: si la vida fuera una serie de patrones que seguir, no podría existir el descubrimiento, y si las mentes del pasado reinan hoy, los límites que nos ponemos serán anacrónicos. Por ende, guardo en mi memoria las sabias palabras del escritor argentino Luis María Pescetti: “Porque, ¿dónde termina lo posible, cuando empezamos a vivir lo que creíamos imposible?”


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